Esta cita del afamado escritor William Arthur Ward sintetiza maravillosamente las diferentes actitudes con las que uno puede enfrentarse al cambio. Durante el amanecer de la era industrial que comenzó en el siglo XVIII, la tecnología de las máquinas llegó como una ráfaga de viento y arrasó con las formas tradicionales de trabajo y con las herramientas manuales de la era agrícola. Máquinas como el motor de vapor revolucionaron el concepto de fábrica y acortaron distancias y tiempos de desplazamiento.
A la era industrial le siguió la era de la información, en la que nos encontramos actualmente. Comenzó a principios del siglo XX y dio inicio a una dinámica en la que muchos lugares de trabajo dependen en gran medida de la tecnología de la información para generar valor económico. Los lugares de trabajo y las aulas de hoy en día están dotados de redes de TI que les permiten almacenar y difundir información rápidamente, sin importar las distancias geográficas ni las zonas horarias. El acceso a grandes conjuntos de datos procedentes de diversas fuentes ha permitido a las empresas comprender la psicología y el comportamiento humanos a una escala nunca antes vista.
Y es esta tecnología de la información la que actualmente permite a las empresas seguir funcionando durante esta crisis global.
Al igual que un viento feroz, la COVID-19 ha trastornado por completo la forma moderna de trabajar. A principios de este año, muchos de nosotros nos encontramos repentinamente sin poder volver a las oficinas, obligados a trabajar desde casa. El teletrabajo no es un concepto nuevo, pero nunca se había aplicado a una escala tan universal. Ahora nos encontramos utilizando plataformas y redes virtuales a diario, para convertir nuestros hogares en espacios de trabajo y mantener la comunicación con los compañeros.
Pero incluso antes de que la COVID-19 pusiera el mundo patas arriba, ya éramos muchos los que anticipábamos un cambio en el trabajo y en la enseñanza motivado por las nuevas tecnologías. En 2017, Tecnofim llevó a cabo una investigación para revisar los cambios tecnológicos previstos en el lugar de trabajo. Los resultados fueron muy interesantes. Incluso entonces, el 85 % de los europeos esperaba que las nuevas tecnologías alteraran su lugar de trabajo, opinión que aumentaba hasta el 90 % en el sector corporativo. La investigación ponía en evidencia la necesidad de una estrategia más clara en las empresas para adaptarse al cambio y para que sus líderes puedan gestionar y guiar a sus equipos en esta adaptación.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, dijo recientemente “A medida que los antiguos tipos de empleo se desvanecen, las nuevas oportunidades se abren a una velocidad vertiginosa”. La responsabilidad de potenciar y reinventar las habilidades de aquellos que han perdido su trabajo también recaerá en la capacidad de adaptación de las empresas a este cambio de paradigma; teniendo en cuenta que solo el 47 % de aquellos a los que entrevistamos en 2017 creían que su empresa desempeñaría un buen papel a la hora de actualizar y reconvertir aquellos puestos de trabajo potencialmente redundantes.
A medida que las nuevas dinámicas de cambio se extienden por todo el mundo, en Tecnofim queremos explorar una vez más la reacción de cada persona ante esta nueva situación. ¿Cómo te estás adaptando a las nuevas dinámicas de cambio?