Nuestros entornos de trabajo y aprendizaje son completamente diferentes a los de hace algunos meses. Este proceso es inevitable, pero la velocidad a la que lo hemos experimentado es única. Hace tres años, llevamos a cabo un ambicioso proyecto de investigación para comprender las dinámicas de cambio en el trabajo y la educación. Por supuesto, nuestras circunstancias en ese momento eran diferentes a las actuales y las predicciones de los expertos parecían muy lejanas.
Entonces, trabajar y aprender de forma remota a través de la colaboración virtual era una tendencia positiva; la mejor aportación de la década pasada y una oportunidad para la generación venidera. Resulta que ya somos esa generación. Y, en general, lo estamos haciendo bien.
Las brechas de conocimiento, que nuestra investigación señalaba como amenazas para las tendencias laborales del futuro, se han cerrado por necesidad. Aquellos que tenemos hijos, hemos sido testigos de una rápida transición al aprendizaje en casa, con una adaptación increíblemente veloz a las lecciones a distancia.
Entonces, ¿qué pueden aportarnos hoy esas predicciones del pasado y qué podemos aprender de ellas? En una relectura de aquel informe, se destacan algunas ideas:
Mejora la competencia de los empleados; están preparados para ello.
En el momento de la investigación, la mayoría de los entrevistados dijo que creía que la tecnología revolucionaría su sector en los próximos diez años. Si bien hemos vivido una rápida transición al trabajo y el aprendizaje remotos, no ha sido totalmente inesperada; de hecho, muchas empresas y sus empleados ya se estaban preparando para hacerla. El 71 % de los trabajadores europeos con los que hablamos se manifestaron positivamente con respecto a la evolución tecnológica y afirmaban estar dispuestos a adoptar esos cambios.
Sin embargo, hay una advertencia. El estudio también demostró, incluso entonces, que gran parte de los empleados y directivos se sentían abrumados y, en cierta medida, amenazados por las nuevas tecnologías. Deberíamos tenerlo en cuenta ahora, dada la acelerada dependencia de las nuevas tecnologías, y pensar cómo podemos lograr que nuestros equipos ganen confianza en las soluciones remotas para poder explotar todo su rendimiento.
Sin embargo, hay una advertencia. El estudio también demostró, incluso entonces, que gran parte de los empleados y directivos se sentían abrumados y, en cierta medida, amenazados por las nuevas tecnologías. Deberíamos tenerlo en cuenta ahora, dada la acelerada dependencia de las nuevas tecnologías, y pensar cómo podemos lograr que nuestros equipos ganen confianza en las soluciones remotas para poder explotar todo su rendimiento.
Colaboración; mantén al equipo activo e involucrado.
Si bien el cambio al trabajo y aprendizaje a distancia se ha materializado de la noche a la mañana, era algo que se esperaba que ocurriera en mayor o menor medida. De hecho, en el estudio, el 71 % de los participantes predijo que las futuras salas de reuniones serían totalmente virtuales y que los empleados participarían en sesiones grupales en tiempo real desde sus lugares de trabajo, dispersos por todo el mundo, utilizando la tecnología. De manera similar, nuestro panel de expertos y futurólogos ya predijo que el aula del futuro sería completamente diferente a como la conocemos.
La creencia entonces era que ya estábamos avanzando hacia una era de colaboración remota y metaaprendizaje (la consciencia y el control del propio aprendizaje). Al igual que el trabajo, la educación depende de las relaciones y la interacción. Como era de esperar, el 74 % de los entrevistados señaló que ninguna aplicación virtual sustituiría jamás los encuentros “cara a cara” que consolidan una relación: un dato del que tenemos que ser conscientes hoy.
Por supuesto, la situación actual no fue buscada y el tiempo que tuvimos para prepararnos solo nos permitió recurrir a las herramientas disponibles en el momento. Sin embargo, hay soluciones a las que tanto empresas como docentes pueden acabar recurriendo. El uso de tecnologías, plataformas y productos colaborativos ayuda a impartir contenido educativo de forma más dinámica y fomenta una mayor interacción entre compañeros, la retención de conocimientos y una mayor sensación de la colaboración.
Mantén la motivación.
La motivación en tiempos de cambio siempre es difícil y, por lo tanto, cabe esperar que esta se vea afectada en los empleados, estudiantes y docentes. Los que hablaron sobre ese cambio, incluso como una posibilidad abstracta, expresaron su preocupación por la dependencia cada vez mayor de las tecnologías a distancia, así como un 68 % temía que la gente se sintiera menos involucrada con la empresa al tener un lugar de trabajo remoto, menos orientado al equipo y más impersonal. Esta es una amenaza que las empresas y los docentes deberían abordar.
En Tecnofim, hemos introducido un programa llamado “Diez semanas de formación”. El fin no es solo apoyar a los que trabajan de forma remota con consejos prácticos e información sobre bienestar, sino también recordar la misión de la empresa para la que trabajamos, los productos que diseñamos y desarrollamos, y el lugar de los empleados en la sociedad en general. Estas sesiones de formación reúnen a cientos de compañeros, refuerzan los objetivos y capacidades de la empresa, y vuelven a atraer y entusiasmar a los equipos.
Esto, a su vez, ha dado lugar a grupos informales, que mantienen encuentros de socialización y “pubs virtuales”. Estos grupos ayudan a que las personas se sientan menos aisladas y les recuerdan que forman parte de un equipo valorado. Estoy seguro de que otras empresas y grupos educativos están haciendo algo similar, tanto a nivel formal como informal.
En definitiva, la manera en que las empresas, los docentes y los estudiantes asuman estos nuevos desafíos distinguirá a los ganadores de los perdedores. Y como dijo Clive Hickman, director ejecutivo del Manufacturing Technology Centre, durante nuestro proyecto de investigación: “No será la tecnología en sí lo que cambie las reglas del juego, sino cómo la usemos”.